Los reformadores tenían un alto concepto de la inspiración de la Biblia. La Biblia es la palabra de Dios, el verbum Dei, o la voz de Dios, vox Dei. Juan Calvino escribe:
Pues cuando se tiene como fuera de duda que lo que se propone es Palabra de Dios, no hay ninguno tan atrevido, a no ser que sea del todo insensato y se haya olvidado de toda humanidad, que se atreva a desecharla como cosa a la que no debe darse crédito alguno. Pero puesto que Dios no habla cada día desde el cielo, y que no hay mas que las solas Escrituras en las que Él ha querido que su verdad fuese publicada y conocida hasta el fin, ellas no pueden lograr entera certidumbre entre los fieles por otro título que porque ellos tienen por cierto y seguro que han descendido del cielo, como si oyesen en ellas a Dios mismo hablar por Su propia boca.
«Como si» no quiere decir que Calvino creyera que la Biblia cayó del cielo directamente o que Dios mismo escribió las palabras directamente en las páginas de la Escritura. Más bien»como si» hace referencia al peso de la autoridad divina que hay en las Escrituras.
Esta autoridad está basada y fundada en el hecho de que la Escritura fue entregada bajo inspiración divina. Esta afirmación concuerda con lo que la Biblia misma dice acerca de la autoridad.
«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra» .
2 Ti 3:16-17
La declaración de Pablo acerca de la inspiración de la Escritura se refiere a su origen. Pablo usa la palabra griega theopneust, que quiere decir «exhalada por Dios». Aunque la palabra normalmente se traduce como inspirada (que quiere decir inhalada), es más exacto decir «exhalada». Pablo subraya el hecho de que la Escritura fue exhalada por Dios. Esto no es simple sutileza del lenguaje. Es obvio que para que haya inhalación (inspiración) debe haber exhalación. Exhalar debe preceder a inhalar (inspirar). El punto es que la obra de la inspiración divina se logra por la exhalación divina. Puesto que Pablo afirma que la Escritura es exhalada por Dios, entonces el origen de la Escritura es Dios mismo.
Cuando Calvino y otros hablan de la inspiración de la Escritura, se refieren a la manera en que Dios capacitó a los autores humanos de la Biblia para que escribieran cada palabra bajo la superintendencia divina. La doctrina de la inspiración declara que Dios capacitó a los escritores humanos de la Biblia para que fueran agentes de revelación divina, de modo que lo que escribieran no fueran solo sus palabras sino, en un sentido superior, fueran la mismísima Palabra de Dios. El origen del contenido de la Escritura finalmente es Dios mismo.
Se ha debatido intensamente cuál fue el modo o método preciso de esta inspiración divina. Algunos han postulado una inspiración mecánica, es decir, dictada, lo que reduce a los autores humanos a máquinas robóticas o taquígrafos pasivos que se limitan a escribir lo que Dios les dicte.
Pero la Biblia no hace tal afirmación. No se especifica el modo preciso o la manera en que ocurrió esta inspiración. El punto central de lo que la Biblia afirma respecto a su autoridad es que Dios es la fuente que exhala Su palabra. Queda en evidencia al estudiar la Biblia misma que se preservaron los estilos individuales de cada autor. La inspiración de la Biblia tiene que ver con la superintendencia divina en la Escritura, evitando que se introduzca el factor de error humano. La inspiración significa que Dios preservó Su Palabra a través de las palabras de autores humanos.
La infalibilidad de la Escritura
Dado que el origen de la Biblia es Dios y que Él mismo supervisó su formación por medio de la inspiración, los reformadores estaban convencidos de que la Biblia es infalible. La infalibilidad de refiere a que es imposible que contenga fallas o errores. Le atribuimos a Dios y a su obra el carácter de infalible dada Su naturaleza y carácter. En cuanto a Su naturaleza, Dios es omnisciente. En cuanto a Su carácter, Dios es Santo y completamente recto.
Teóricamente es posible concebir a un ser que sea recto pero limitado en su conocimiento. Tal ser podría cometer errores en lo que dijera, no por ánimo de engañar o defraudar, sino debido a su falta de conocimiento. Serían errores accidentales. A nivel humano aceptamos que sea posible que alguien diga algo que sea falso sin que esté mintiendo. La diferencia entre una mentira y un simple error radica en la intención. Por otro lado, es posible concebir a un ser que sea omnisciente, pero malvado. Dicho ser no podría cometer errores por falta de conocimiento pero si podría mentir, lo que implicaría una intención malévola. Dado que Dios es tanto omnisciente como moralmente perfecto es incapaz de mentir o cometer un error.
Al decir que la Biblia es infalible en su origen, simplemente afirmamos que se origina en un Dios que es infalible. Eso no quiere decir que los escritores bíblicos eran intrínsecamente infalibles. Eran humanos que, como cualquier persona, eran la prueba del principio errare humanum est, «errar es humano». Precisamente porque los seres humanos son dados al error es que sus autores humanos requerían ayuda en su tarea para que la Biblia fuera Palabra de Dios.
Hoy en día se cuestiona la inspiración de la Escritura. En este tema, algunos teólogos han tratado de quedarse con el oro y el moro; es decir, por un lado afirman que la Biblia es inspirada pero al mismo tiempo niegan su infalibilidad. Plantean que la Biblia, a pesar de su inspiración divina, sí contiene error. La idea de un error divinamente inspirado es difícil de concebir. Nos horroriza la idea de que Dios pueda inspirar un error. Decir que Dios inspira error implica que Dios no es omnisciente o que es malvado.
Quizás lo que se está plantando en esta noción de error inspirado sea que tal inspiración, aunque proceda de un Dios bueno y omnisciente, finalmente es inoperante. Es decir, no cumple con su cometido. En este caso, estaríamos abandonando otro atributo de Dios, Su omnipotencia, pues estaríamos diciendo que finalmente Dios es incapaz de dirigir el proceso de la escritura de la Biblia con suficiente poder como para superar la tendencia al error de los autores humanos.
Me parece que tendría más sentido negar de plano la inspiración que tratar de hacerla convivir con el error. Clero está, muchos de los que cuestionan la infalibilidad de la Biblia atacan con sus hachas las raíces del árbol y niegan cualquier inspiración. esto al menos parece un enfoque más honesto y lógico. Evita la irreverencia de negar los atributos funcionales de Dios mismo.
Examinemos brevemente la fórmula que en estos tiempos ha ganado terreno: «La Biblia es la Palabra de Dios, la cual yerra». Ahora quitemos las palabras «La Biblia es», para que diga: «La Palabra de Dios, la cual yerra». Ahora borremos «La Palabra de Dios» y «la cual». Lo que nos queda es «Dios yerra». Decir que la Biblia es la Palabra de Dios con errores es caer en un irreverente doble estándar. Si es la Palabra de Dios no puede errar. Si yerra no es la Palabra de Dios. Por cierto, es posible tener una palabra acerca de Dios que esté en error, pero no podemos tener una palabra procedente de Dios que esté en error.
La Biblia afirma reiteradamente que la Escritura se origina en Dios. Un ejemplo que ya hemos es el que está en la Epístola de Pablo a los Romanos. Pablo se presenta como «siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios» (Ro. 1:1). En la frase «el evangelio de Dios» la palabra de es un genitivo que indica posesión. Pablo no está hablando solamente de un evangelio que es acerca de Dios, sino un evangelio que le pertenece a Dios. Es posesión de Dios y viene de Él. Dicho mas claramente, Pablo está declarando que el evangelio que predica no proviene de hombres ni es invento humano; es revelación sobrenatural. La teología reformada cree sin vacilar que el cristianismo es na fe revelada, una fe que no descansa en percepciones humanas sino en la información que Dios mismo nos entrega.