Lección 5 – El concepto de Cristo sobre el Antiguo Testamento

Tomemos primero el Antiguo Testamento. No cabe duda, como lo aceptará cualquier lector cuidadoso de los Evangelios, de que Jesús dio reverente asentimiento a la autoridad de la Escritura del Antiguo Testamento, pues él mismo se sometió a su autoridad. Daré tres ejemplos para demostrarlo.

Primero, Jesús se sometió al Antiguo Testamento en su conducta personal. Rechazó cada una de las tentaciones del diablo mediante una cita bíblica adecuada. A veces se dice que le citó las Escrituras ‘al diablo’. Pero no es así. Sería más exacto decir que se citó las Escrituras a sí mismo en presencia del diablo. Porque cuando el diablo le ofreció los reinos del mundo si le adoraba de rodillas, Jesús respondió:

Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. 

Mateo 4:10

Jesús no estaba aplicando este texto a Satanás, sino a sí mismo. Sabía por las Escrituras que había que adorar sólo a Dios. Por lo tanto él debía obedecer. Como hombre, debía adorar a Dios, no a Satanás. La simple palabra gegraptai (‘está escrito’) era suficiente para él. No había necesidad de discutir, argüir o negociar. El asunto estaba resuelto por las Escrituras.

Esta voluntaria sumisión del Hijo de Dios a la autoridad de la Palabra de Dios es sumamente reveladora.

Segundo, Jesús se sometió al Antiguo Testamento en el cumplimiento de su misión.

Parece haber llegado a la comprensión de su papel mesiánico por medio del estudio de la Escritura del Antiguo Testamento. Se sabía a la vez el Siervo sufriente de Isaías y el Hijo del hombre de Daniel. De modo que aceptó entrar en su gloria sólo por el camino del sufrimiento y la muerte. Esto explica el sentido de necesidad, de compulsión que lo dominaba.

Le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado … y ser muerto, y resucitar después de tres días.      

Marcos 8:31

¿Por qué le era necesario? Porque así lo decían las Escrituras. Voluntaria y deliberadamente se colocaba bajo la autoridad de lo que estaba escrito, decidido a cumplirlo en su misión y en su conducta. Así, cuando Pedro trató de evitar su arresto en el Getsemaní, le dijo que envainara su espada. Él no necesitaba defensa humana. ¿No podía pedir a su Padre legiones de ángeles que lo defendieran? ¿Por qué, pues, no lo hizo? Esta es la razón que dio:

¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? 

Mateo 26:54

Tenía el mismo sentir luego de la resurrección, y lo confirmó a los dos discípulos de Emaús y al grupo mayor de seguidores:

¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? … Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.       

Lucas 24:26, 44

En tercer lugar, en sus controversias Jesús también se sometió al Antiguo Testamento.

Continuamente se encontraba envuelto en debates con los dirigentes religiosos de su día, y en cuanto había una diferencia de opinión entre ellos, apelaba a las Escrituras como único tribunal. ‘¿Qué está escrito en la ley?’ preguntaba. ‘¿Cómo lees?’ (Lucas 10:26) O bien: ‘¿Ni aun esta escritura habéis leído…?’ (Marcos 12:10) Una de sus principales críticas a sus contemporáneos tenía que ver con su falta de respeto a las Escrituras. Los fariseos le añadían y los saduceos le quitaban. Así, pues, decía a los fariseos:

Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición … invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido.      

 Marcos 7:9, 13

Y a los saduceos:

¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?     

Marcos 12:24

De modo que no es materia de discusión que Jesucristo se sometía personalmente a las Escrituras. En sus propias normas éticas, en el entendimiento de su misión, y en los debates con los dirigentes judíos, lo que las Escrituras decían era decisivo para él. ‘La Escritura no puede ser quebrantada’, afirmaba (Juan 10:35). Y también:

Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

Mateo 5:18

No tenemos pruebas de ningún momento en que Cristo contradijera el origen divino de las Escrituras del Antiguo Testamento. Algunos han supuesto que lo hizo al presentar las seis antítesis del Sermón del Monte, cuando dijo: ‘Oísteis que fue dicho … mas yo os digo …’ Sin embargo, no es con Moisés la disidencia, sino con las perversiones de la ley hechas por los escribas; no es con la Escritura (que es Palabra de Dios) sino con la tradición (que es del hombre). Toda la evidencia disponible confirma que Jesús asintió en su mente y se sometió en su vida a la autoridad de las Escrituras del Antiguo Testamento. ¿Por qué sus seguidores habríamos de hacer menos que él?

El respaldo de Cristo al Nuevo Testamento (parte 1)

Cristo respaldó el Nuevo Testamento, desde luego, en forma diferente a como lo hizo con el Antiguo, porque ninguno de los libros del Nuevo Testamento había sido escrito todavía.

Si la redacción del Nuevo Testamento, pues, pertenecía enteramente al futuro, ¿cómo podía él respaldarlo?

La respuesta a esta pregunta se encuentra en su designación de los apóstoles. Jesús parece haber previsto la necesidad de las Escrituras del Nuevo Testamento correspondientes a las Escrituras del Antiguo. En el Antiguo Testamento Dios estaba activo en la redención y el juicio de Israel, y él mismo levantaba profetas que dieran un registro e interpretación fidedignos de lo que estaba haciendo. Ahora Dios estaba activo, por medio de Cristo, para redimir y juzgar al mundo. ¿Habrían de perder las generaciones futuras esa revelación suprema y final de Dios en Cristo? No, debía haber escribas e intérpretes autorizados también para esta revelación. De modo que Jesús tomó recaudos para ello.

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