La palabra «canon» procede del griego «kanon», que significa «nivel» o «regla» empleados por el constructor o por el escribano.
En sentido figurado el canon puede referirse a la norma o regla de conducta o fe, a una lista o catálogo de lo que puede o no hacerse o creerse. En sentido figurado también llegó a significar una lista de libros de la Biblia. Atanasio, en el siglo IV, fue el primero en usar el término en este sentido.
Los apócrifos
Los apócrifos son los catorce o quince libros, o añadiduras a ciertos libros, que no se encuentran en el canon hebreo, y sí en el canon alejandrino (la Septuaginta). La mayoría de ellos son aceptados por la iglesia católica como parte de la Biblia. Debe insistirse en que no se encuentran en el Antiguo Testamento hebreo, sino que fueron añadidos a la traducción griega conocida como Septuaginta (LXX). El canon alejandrino fue siempre más o menos variable en cuanto a los libros que incluía, mientras el canon hebreo es más fijo y estable. La Septuaginta nos da la única fuente de que disponemos en cuanto al canon alejandrino. El orden general de los libros de la Septuaginta, que nos llega a través de la Biblia latina (Vulgata) de Jerónimo, ha sido aceptado por los protestantes. (De la LXX y de la Vulgata también provienen muchos de los títulos de los libros bíblicos que conocemos.) Se han empleado el texto y la selección hebreas, pero ni el texto ni la selección de libros per se de la Septuaginta se han retenido. (Respecto a la «Septuaginta», véase el capítulo sobre «Manuscritos y versiones antiguas».) Esto no quiere decir que el canon alejandrino carezca de valor, sino que era menos estable que el hebreo. En vista de esto, Lutero relegó los apócrifos a una sección separada en su Biblia; decía que eran «buenos y útiles para leer», pero no como base para la doctrina. Calvino excluyó por completo los apócrifos. La Iglesia de Inglaterra sigue el ejemplo de Lutero; en el sexto de los Treinta y Nueve Artículos, se insta a leer los apócrifos «en cuanto a ejemplo de vida e instrucción de modales, pero sin aplicarlos a fundar ninguna doctrina». La Sociedad Bíblica de las Islas Británicas no puede incluir los apócrifos en sus ediciones de la Biblia; lo impiden los estatutos de la entidad. Pero los apócrifos están incluidos en algunas versiones protestantes en inglés. Los editores de esas versiones a menudo han impreso los apócrifos en volúmenes separados de los sesenta y seis libros, siguiendo así la opinión general de Lutero y el anglicanismo. Es interesante notar que entre los Rollos del Mar Muerto se han encontrado pruebas de que algunos de los libros apócrifos existían en hebreo (por ejemplo, porciones del Eclesiástico).
La Reforma mantuvo el principio de que la Biblia, y solamente ella es el medio de información, doctrina y ética. Los reformadores, según queda indicado, rechazaron los apócrifos como parte de la Biblia. ¿Por qué? Porque contienen doctrinas falsas como la justificación del suicidio, la oración por los muertos, la limosna como medio de expiar el pecado, que el fin justifica los medios, supersticiones y magia. Además, ni uno solo de los escritores del Nuevo Testamento cita porción alguna de los apócrifos, hecho que constituye un vigoroso argumento en pro de la tesis protestante.
Cuando la iglesia romana convocó al Concilio de Trento (1546) para combatir la Reforma, uno de sus importantes actos fue reconocer formalmente los apócrifos. Nunca se les había otorgado reconocimiento oficial; al contrario, desde los días de Jerónimo en el siglo IV se habían expresado dudas sobre los mismos. Jerónimo acudió a los textos hebreo, griego y latino antiguo para producir una traducción más al día; y él, igual que Lutero, relegó los apócrifos a sitio aparte. Además, la premura con que tradujo los libros dudosos indica la poca significación que les otorgaba. Desdichadamente, Jerónimo tenía poca autoridad eclesiástica. Aunque era un gran erudito bíblico y lingüístico, los teólogos, como Agustín en África, tenían más poder eclesiástico, y en la parte del mundo de Agustín el contenido de la Biblia griega obtuvo apoyo general. De modo que el códice alejandrino salió triunfante e imperó hasta la Reforma. La iglesia romana continúa apoyando los apócrifos como parte de la Palabra de Dios, si bien hay eruditos católicos que actualmente tienden a describir los libros apócrifos como «deuterocanónicos» (secundarios).
Los pseudoepígrafos y los llamados apócrifos del Nuevo Testamento
Los pseudoepígrafos (falsas escrituras) son libros antiguos que datan de los últimos siglos antes de Cristo y los primeros de nuestra era. Para ganar prestigio, y no porque fueran de verdad sus autores, se les dio el nombre de grandes personajes judíos (Enoc, Moisés, Isaías). De allí que se les llame falsos (pseudo). Ni los protestantes ni los católicos romanos los han considerado nunca parte de la Biblia. La mayoría de estos libros se escribieron antes del tiempo de Cristo y son de naturaleza apocalíptica. Presentan un cuadro feliz del futuro de los judíos. Los pseudoepígrafos precristianos incluyen los siguientes:
Libro de Enoc (mencionado en Judas)
Secretos de Enoc (citado en Judas)
Ascensión de Isaías
Apocalipsis de Sofonías
Apocalipsis de Esdras
Testamento de Adán
Apocalipsis de Baruc
Asunción de Moisés (Patriarcas)
Testamento de los Doce
De los libros posteriores a Cristo, varios circulaban en medios religiosos. Pretendían tener valor histórico, diciendo dar datos no sobre la Escritura misma, sino sobre los discípulos, María la madre de nuestro Señor, la niñez de Jesús, su resurrección, etc. En su mayoría las historias son legendarias e imaginarias, pero hay trazas de información aquí y allí que se consideran auténticas. He aquí algunos de los apócrifos del Nuevo Testamento:
Evangelio de Santiago
Evangelio de Pablo
Evangelio de Pedro
Hechos de Juan
Evangelio según los Hebreos
Historia de José
Evangelio del Nacimiento de María
Evangelio de Nicodemo (o Hechos de Pilato)
Hechos de Pedro
Hechos de Andrés
Hechos de Tomás
Apocalipsis de Pedro
Apocalipsis de Pablo
Epístolas de los Apóstoles
Es interesante observar que los libros apócrifos neotestamentarios o pseudoepígrafos pueden clasificarse en las mismas categorías que nuestro Nuevo Testamento auténtico: Evangelios, Hechos, Epístolas, Apocalipsis. Fascinantes trazas de «información» se dan en estos libros. Ejemplo:
- Jesús nació en una cueva (Evangelio de Santiago). (Estoprobablemente sea cierto. El sitio tradicional de su nacimiento es una cueva encima de la cual está edificada la iglesia de la Natividad, en Belén, una de las más antiguas iglesias del mundo.)
- Pablo era un hombre pequeñito, ligeramente calvo, con laspiernas arqueadas, cejijunto y de nariz un tanto aguileña (Hechos de Pablo). También esto está bastante apoyado por la tradición.
- El hombre de la mano seca de Mateo 12.13 era albañil.
- Los hermanos de Jesús eran hijos de José, tenidos con otraesposa.
- El soldado que hirió al crucificado se llamaba Longino.
- La mujer del flujo de sangre se llamaba Verónica.
Datos adicionales sobre los pseudoepígrafos pueden verse en la gran edición de R. H. Charles y M. R. James, Apocryphal New Testament.
Fijación del canon
Los libros sagrados como los que hemos discutido circularon durante un período junto con los libros de la Biblia; pero con el tiempo, los mejores fueron seleccionados bajo la orientación del Espíritu Santo. Aunque sobre el canon hebreo no hubo resolución oficial hasta el Concilio de Jamnia, allí por el año 90 D.C., en la práctica ya había sido fijado antes de Cristo. Los cristianos tomaron el Antiguo Testamento como parte de la Biblia. El canon del Nuevo Testamento se fijó en su parte principal como a fines del siglo II D.C. Pero aún después de esto hubo incertidumbre durante largo tiempo respecto a los últimos cinco o seis libros del Nuevo Testamento. La primera lista de nuestros veintisiete libros, tal como hoy la conocemos, fue formulada por Atanasio en 367 D.C. en su epístola de Pascua de Resurrección.
Debo agregar algo más: no todos los cánones cristianos que hay por el mundo son iguales. El canon católico romano (igual que el católico griego) ya se ha citado. La iglesia etíope incluye los libros de Enoc (citado en Judas) y Jubileos. Algunos cristianos de la iglesia siriaca excluyen 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis.
División en capítulos (1250 D.C.)
No fue sino hasta 1250 D.C. que se dividió la Biblia en capítulos. Por entonces el cardenal Hugo incorporó divisiones por capítulos en la Biblia latina. Lo hizo por comodidad, aunque sus divisiones no siempre fueron acertadas; sin embargo, esencialmente las mismas divisiones por capítulos han persistido hasta el presente.
División en versículos (1551)
Los antiguos hebreos ya habían intentado la división por versículos, pero la división que hoy tenemos se hizo trescientos años después de la división por capítulos realizada por el cardenal Hugo. En 1551, Roberto Stephens (Robert Etienne) introdujo un Nuevo Testamento griego con la inclusión de divisiones por versículos. El Antiguo Testamento quedó sin dividir. La primera Biblia completa en inglés con división en versículos fue la Biblia de Ginebra (1560). La división en capítulos y versículos en inglés y en español no siempre es exacta, según puede verse por ejemplo en Hechos 7, que al final interrumpe la historia para comenzar el capítulo 8. Esto se ha subsanado en parte en la Revisión de 1960 de la versión Reina-Valera, al subdividir el contenido con subtítulos que indican los temas, de modo que en el capítulo 8 mencionado hay un subtítulo al comienzo del versículo 4 para indicar un nuevo tema.
Números de capítulos, versículos y palabras
El siguiente cuadro indica el número de capítulos y versículos de los libros de la Biblia, Revisión e 1960, Reina-Valera.

